DE UN ESCRITO DE MADRE PILAR A LA VIRGEN MARÍA
María, madre y señora mía, a ti vengo con el corazón herido, porque te he olvidado, me he alejado de Jesús y le he contristado. Madre mía, ¡qué pena tengo! Quisiera reparar y no encuentro en mí ni amor ni generosidad. Oh madre, perdóname y pide a Jesús que me perdone y que a pesar de todas mis infidelidades cumpla en mi todos sus adorables designios. Madre mía, tu que me inspiraste desde niña el deseo de ser santa, mírame ahora, ya en la madurez de la vida y con tantos defectos, imperfecciones y pecados. Madre mía, mi esperanza se esfuma, parece que la pierdo y no debo. ¿Qué sería de si tuviera que vivir con mis ideales y aspiraciones frustradas? No lo permitas madre mía, reaviva en mi la llama del amor a Jesús tan tenue y tan amortiguada.
Ayúdame a vivir sólo para Él y para las almas de estas hijas que el amor de Jesús me dio. Que este doble anhelo sea la obsesión de mi vida y apague mis egoísmos y destruya con violencia todo lo que pueda serle obstáculo. Enséñame a olvidarme siempre de mi misma y a odiarme como merezco. Oh María madre mía ayúdame a evitar la menor falta voluntaria, ayúdame a vivir este día en la presencia de Dios, y a cumplir con alegría en todo su adorable voluntad. Ayúdame a ser fiel a todas sus inspiraciones para que llenando este y todos los días de mi vida pueda glorificar al Señor con toda la capacidad de mi ser en el tiempo y en la eternidad.
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